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Estudios xNuevo Las pirámides mejoran la economía

Las pirámides mejoran la economía





Es muy habitual escuchar que las pirámides habían sido construidas por esclavos que eran azotados con látigos (aunque tener mano de obra desnutrida y magullada no fuera el método más productivo). Esto es entendido incluso como algo de cultura general, probablemente debido al cine y a libros mal documentados o desfasados. Pasa lo mismo con muchas otras construcciones como es el caso de los hipogeos que eran excavados por supuestos esclavos y eran asesinados para mantener su ubicación en secreto.

Esto es, obviamente, falso y no solo eso, sino que la construcción de estas obras (no solo de las pirámides, también templos y demás) no tenían porqué ser precisamente negativas en lo que respecta a la economía. No fueron un gasto gratuito o dedicado a engrandecer el ego de un gobernante, sino que todo hay que verlo con perspectiva. Piénsalo, ¿fue el Guggenheim de Bilbao un gasto innecesario? Podrían haberse ahorrado mucho presupuesto si no hubiesen contratado a Frank O. Gehry como arquitecto y haber construido un edificio más convencional. Sin embargo, una construcción pública como esta engrandeció la economía y relevancia de la ciudad.


El mismo Barry Kemp a abordado este tema en su libro "El Antiguo Egipto: tres mil años de historia" en el que establece dentro de las razones para el éxito económico y la durabilidad de la cultura esta construcción de obras públicas y es que, al igual que en el Guggenheim de Bilbao, todo hay que verlo con perspectiva.



Un poco de economía


Antes que nada, no soy ningún experto en el tema de la economía y tampoco pretendo serlo, así que habrá temas en los que no llegaré a profundizar del todo por no ser relevantes en la cuestión a tratar. Sin embargo, si te interesan estas cuestiones, debo remitirte al libro “El Antiguo Egipto: Anatomía de una civilización” de Barry Kemp, que ya es un clásico entre los libros del Antiguo Egipto y sobre todo en lo que respecta a la economía y organización de la población egipcia.

Aun con todo, necesitamos una base para hablar entender como afectarían las construcciones faraónicas a la civilización.

No es muy prudente hablar de monedas en el Antiguo Egipto, ya que su aparición es muy tardía, en torno al 500 a. C. Aunque, esto no implique que la economía fuese atrasada en cuanto a complejidad.

El estado más arcaico del comercio consistiría en el trueque simple, pero en Egipto era algo más elaborado y, sobre todo, preciso. En lo que respecta a los metales, se seguían unas unidades de valor que también eran entendidas como unidades de peso:
  • El deben (aproximadamente 91 gramos),
  • El kite o kedet (0,1 deben / aproximadamente 9 gramos)
  • El seniu (normalmente relacionado con la plata) (0,083 deben
 / aproximadamente 7,6 gramos)
Con esto deberíamos tener en cuenta a qué producto se hace referencia. Por ejemplo, no es lo mismo un seniu de plata qué de oro, plata o cobre y, además, haciendo referencia a estos materiales se encuentran fluctuaciones en su valor.

También encontraríamos unidades de capacidad y valor para medir cereales y aceites: el him, el khar, el oipe o ipe.

Teniendo en cuenta esto, la riqueza de Egipto consistía en el producto, desde el oro y los esclavos hasta el trigo y la cebada, algo que solía abundar (aunque había años donde la cosecha no llegaba y se producían hambrunas). Todo ello tenía un valor bastante preciso y las diferentes transacciones y conteos estaban debidamente documentados.

Por lo tanto, pese a no existir la moneda, sí que existían referencias de valor económico que, además, estaban muy bien fijadas. Por ejemplo, una cabeza de ganado solía equivaler a 120 deben de cobre.
Lo que quiero decir con todo esto es que la economía, pese a parecer arcaica por basarse en el trueque, era algo más compleja, ya que permitía la reducción a sistemas de contabilidad.


¿Es realmente un malgasto de recursos estatales?


El Estado pretendió, como es lógico, crear un superávit (incrementar los recursos más allá de la subsistencia). En la actualidad, los estados suelen invertir mucho de este superávit en el bienestar social, pero, en el Antiguo Egipto, este concepto era no existía. Si no se invierte directamente en el bienestar social, el superávit se podría invertir en proyectos de ingeniería (pirámides, canales…) y guerra.

Las grandes y lujosas tumbas, ya sea por parte de la familia real como de las clases altas, fueron una característica que tuvo pervivencia durante toda la historia del Antiguo Egipto. Tan característica que se suele usar la expresión “obras faraónicas” para hablar de un monumento que significa un gasto estatal desorbitado y que, a menudo, tienen un impacto negativo en la economía, beneficiando únicamente a los egos de ciertos gobernantes. Aun así, la obra de un arquitecto relevante, siempre atraerá a un porcentaje (mayor o menor) de turismo y, por tanto, de ingresos. Más aún si hablamos de ciertas tipologías como las del aeropuerto.

Aun con lo anterior, la Gran Pirámide solo serviría para el beneficio directo del rey Jufu, que podría haberse conformado con algo menor si lo veía necesario para preservar la tradición ¿no es así? Pues bien, podemos llegar a verlo como un modo de producir beneficio indirecto si nos posicionamos en la línea del economista J. M. Keynes.

De acuerdo, la administración de recursos que permitía las pirámides, palacios, templos y demás riquezas ostentosas tenía como objetivo principal manipular la economía a favor de las élites. Aunque, mientras se hacía esto, se traspasaba también a un sector considerable de la población.

Expliquemos mejor este punto…

Si el faraón -personificando al Estado- manda construir una pirámide, está realizando una inversión. Toda clase de funcionarios, ingenieros, constructores, escultores y demás son necesarios para tal obra y son bien pagados por su labor. Con ello se mejora su situación económica y, a su vez, de su familia y empleados. Ya si se trataba de una construcción más completa como es el caso de la ciudad de Tell el-Amarna hay que incluir los puestos necesarios para la elaboración de los monumentos, obras de arte, mobiliario, etc. Todo ello, debidamente remunerado.

Además, la tumba de un rey tenía una serie de necesidades complementarias, ya que disponían de un centro de culto en el que su figura debía ser mantenida eternamente mediante elementos. Además, también era un centro de festividades reguladas por el calendario. Por lo tanto, había un personal dedicado al culto, el cuidado del instrumental especial y la vigilancia del centro, convirtiéndose en centros de empleo.



¿Cómo se organizaba una construcción?


La organización de trabajo era llevada a cabo por obedientes escribas muy preparados, una de las razones del éxito económico de la civilización.

Actualmente sabemos que existió un poblado de constructores, artesanos y técnicos en Guiza que se encuentra estos días en excavación. Es entendido como uno de los primeros ejemplos de planificación urbana. Se cree que pudo alojar 20.000 personas, muchos de ellos, trabajadores temporales. Gracias a los hallazgos en este poblado, entre los que se cuentan tumbas, podemos afirmar que se trataban de empleados libres.

Sin embargo, los mejores testimonios acerca del método de trabajo lo tenemos en Deir el-Medina, poblado habitado por los trabajadores de las tumbas faraónicas del Reino Nuevo. Allí se formaban grupos similares a gremios autogobernados que incluso se llegaban a enfrentar a la autoridad del visir cuando se producía alguna injusticia, como los retrasos en los pagos.

Esto en lo que respecta a los trabajadores y artistas especializados, que eran recompensados por su labor directamente. Por otro lado, el trabajo no cualificado se obtenía a través de un sistema de reclutamiento o servicio nacional forzoso bajo pena de castigo. Su periodo de trabajo, en principio, coincidiría con el ciclo agrícola entre la estación de recolección y la de los preparativos para el año siguiente.  Esto sería lo lógico, aunque muchas veces no se tendría en cuenta las necesidades de las personas, poniendo por delante el deseo de avanzar en las construcciones.

Desde la V dinastía encontramos referencias a esta obligación de trabajo, que tenía algunas excepciones emitidas por el rey (sobre todo a templos e instituciones destinadas a mantener su culto).
Entre los trabajos requeridos, uno de los peores considerados era el de cantero, que solía recaer en el ejército. Además de trabajoso era peligroso tanto para los trabajadores como para los animales de carga. Se dice en una estela que Ramses II perdió la mitad de su mano de obra en una expedición minera a Wadi Allaqi.


Los incentivos consistían en un salario básico en forma de especies (lo que incluía una ración básica) que, en algunos casos como los de la población de Deir el-Medina podían ser completados mediante trabajos a obras privadas.Se estima que con 7,5 khar al mes (15 deben de cobre), que era lo que cobraba un capataz de Deir el-Medina, se podría alimentar a una familia de unos 6 miembros. Aunque, la mayoría de la población se dedicó a la agricultura y recibían un salario en especie según su rango y posición que solía ser más limitada.

Pese a esto, como ya he comentado, no convenía tener a empleados desnutridos, así que se piensa que se siguió atentamente su trabajo y su remuneración. Los escribas harían un cálculo minucioso del trabajo realizado por los trabajadores y se estimarían las raciones que necesitarían.

En cuanto al tema de la esclavitud… se ha pensado durante mucho tiempo que la mano de obra esclava era clave para la realización de obras. Algunas expediciones de Snefru (IV dinastía) nos daban a entender que obtener mano de obra esclava era necesaria para el mantenimiento del Estado y la realización de obras públicas. Sin embargo, lo más probable es que las cifras humanas obtenidas fuesen maquilladas por el bien de la propaganda -recordemos que otros reyes como Ramses II describían éxitos espectaculares y aplastantes en las campañas militares que resultaban haber terminado en un tratado de paz por ambas partes-.

Sin embargo, y a diferencia qué en la antigua Grecia y la Roma republicana, la esclavitud no fue jamás la base del sistema social y económico en la sociedad egipcia. De hecho, en la concepción egipcia, a diferencia de en Mesopotamia, la humanidad no había sido creada para servir para trabajar para los dioses. Los dioses querían que la humanidad viviese en paz, aunque siempre existieron desigualdades. 



¿De dónde salió todo el dinero necesario?



No se tienen muchos documentos acerca del funcionamiento de la fiscalidad, y los que hay son bastante tardíos, de la época ramésida o posterior, pero parece que consistía en imponer al pueblo un sistema de impuestos directos, además de las prestaciones de trabajo anuales (sobre todo en lo que respecta al Reino Antiguo). Los citados impuestos iban en consonancia con la producción en las cosechas o, más bien, de las previsiones que se calculaban gracias a la medición de los escribas de las crecidas anuales del Nilo. Aproximadamente, consistiría en un 10% de la cosecha para impuestos y 10% para simiente.

A esto habría que sumársele los tributos exteriores, entre los que se cuentan metales, maderas, cantidades de grano grandes que Siria-Palestina estaba obligada a pagar. Teniendo en cuenta esto último y el hecho de que Egipto debía de ser una potencia autosuficiente en cuanto al cereal, podemos pensar que esto iría a parar a los salarios de los funcionarios y soldados.

Aun con todo, en ocasiones, para producir los recursos necesarios, se haría trabajar a una gran cantidad de la población más duramente de cómo se habría hecho para su simple subsistencia, lo cual elevaría suficientemente el superávit para llevar a cabo las construcciones (aunque, de acuerdo, es posible que muchos hubiesen preferido que los dejasen en paz).

Todos estos recursos obtenidos de las campañas exteriores como de los impuestos de la población irían a parar, de nuevo, a los salarios de los trabajadores como pago por las obras.

Estos recursos serían custodiados por los templos, que eran entendidas como auténticas unidades económicas del Estado. El de Ramsés segundo, por ejemplo, vemos los restos de las bóvedas de los almacenes del templo. La superficie de almacenaje de este templo es de 8.000 metros cuadrados y si los almacenes que dispone este templo se llenaran hasta dos metros de altura de cereal (son más altos, pero con solo que se llenaran hasta dos metros de altura) tendrían una capacidad de 16,5 millones de litros. Esto implica que, si una familia necesita 66 khar por año para sobrevivir, con lo que podían almacenarse en el Rameseum podían sostenerse la vida de 3.400 familias.

Tenemos datos de que las primeras huelgas de la historia fueron en Egipto, y estas se llevaron a cabo frente a los templos. Era muy habitual, por ejemplo, los retrasos en los pagos, por lo que se protestaría frente a estas instituciones, que eran las que lo contenían, reclamando su parte.



En conclusión...



Estudiar este tema consiste en una serie de altibajos continuos. Cuando hallas datos que respaldan las acciones de las acciones del Estado, no tardas en darte cuenta de que no todo es color de rosas y que, a menudo, muchas cosas se hacían a costa del bienestar de la población.

Pese a todo esto, es verdad que este modo de organización del estado, llevado a cabo por escribas que realizaron su labor de un modo magistral, permitió un crecimiento económico interesante, que maximizó las posibilidades de acción de la civilización.

Esto es un hervidero de debates, ya que estamos refiriéndonos a una organización económica que, pese a lograr mantener una civilización tan longeva, podríamos calificar de poco ética desde los estándares modernos. Está claro que el reclutamiento forzoso anual bajo amenaza de castigo para trabajar en las obras públicas no es lo más amable hacia tu pueblo. Sin embargo, sí que podemos afirmar que esto supuso una genialidad en cuestiones de gestión de recursos que permitieron la suficiente producción para que el estado ofreciera, como gran proveedor, un salario/ración mínima para unas cantidades ingentes de trabajadores. Esto lo podríamos llegar a identificar con una forma temprana de Estado de Bienestar que permitió a Egipto salir a delante durante más de tres milenios. 


Fuentes:

  • Kemp, B. J. (2016) El Antiguo Egipto: tres mil años de historia. Barcelona: Crítica. p.p. 73-82
  • Kemp, B. J. (1992) El Antiguo Egipto: Anatomía de una civilización. Barcelona: Crítica. p.p. 144-174 
  • Pérez Lagarcha, A. (2003) Atlas histórico del Antiguo Egipto. Madrid: Acento. p.p. 321-341
  • Velasco, A. (2017) Las ciudades del Antiguo Egipto. Sitio web: https://papirosperdidos.com/2015/09/27/las-ciudades-del-antiguo-egipto/


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lunes, 26 de marzo de 2018

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